Crosshill CF

Follow your own path

¡Coger el ferry!

El gravel es el polvo llenando los pulmones, el seco repiqueteo de las piedrecitas contra el desviador, los gemidos silenciosos del esfuerzo extremo... Y cuando la nube de arena se desvanece, disipada por el chirrido de los neumáticos, solo entonces vislumbramos a los temibles aventureros de este deporte. En un escenario que recuerda a Mad Max, tres de ellos han decidido vivir una epopeya única en las Islas Canarias: Romain, Jiri y Mathieu.

Con la Crosshill CF, la nueva bicicleta gravel de carbono de Lapierre, estos atletas tenían un único objetivo: cruzar las 5 islas principales de Canarias en 5 días, con la única limitación del tiempo impuesto por el último ferry del día para el traslado entre islas. De Lanzarote a El Hierro, pasando por los desiertos de Fuerteventura, las selvas de Gran Canaria y el mítico volcán de El Teide en Tenerife, su grial se encontraba después de 675 km (y 16 000 m de D+) de una agotadora contrarreloj entre las carreteras arenosas y los senderos volcánicos del archipiélago. Un desafío físico y logístico, inspirado en la Gran Guanche, que ha sido... ¡épico! 

5 días, 5 islas, 1 limitación: el ferry

La regla del 5 no existe en matemáticas. ¡Pero ahora existe en el gravel! Para Romain, Jiri y Mathieu el cálculo es muy sencillo: para mantener viva la esperanza de cruzar las 5 islas principales de Canarias en 5 días, es indispensable llegar a tiempo para subirse al último ferry y proseguir con la siguiente etapa. ¿Primera etapa? ¡Lanzarote!

Romain Bonhommet

KM 0

Jiri Parizek

KM 0

Mathieu Parent

KM 0

Lanzarote: el eco de los ajustes

Temprano por la mañana, suena la corneta. Romain, Jiri y Mathieu están a punto de salir. Subidos a sus nuevas gravel de carbono de alto rendimiento de Lapierre, ponen a punto el equipo y sus cuerpos: la tensión se palpa y la batalla comienza. A las 8 de la mañana salen por las primeras carreteras de una isla conocida sobre todo por las pruebas de triatlón. En cada curva de las carreteras, la popularidad de este deporte se afirma: la velocidad de las tres bicicletas de gravel contrasta con la postura aerodinámica de los triatletas con quienes se cruzan. Pero los tres hombres siguen adelante. A su ritmo. Subidos a una bicicleta con la que se van familiarizando kilómetro a kilómetro. Faltan algunos detalles: ajustar las calas, retroceder un poco el sillín... pero las primeras sensaciones prometen un viaje de ensueño.

Los primeros paisajes asombran y fascinan por igual: lunares, místicos... ¡y agotadores!, pues el viento omnipresente mina las piernas y quiebra la moral. Las pausas son necesarias, sobre todo en el laberinto de volcanes del Parque Nacional de Timanfaya. Aquí, las fotos abundan y el paisaje reconforta. «¡Parece que estemos en Marte!», exclama Mathieu. Pero esta etapa no tiene nada de extraterrestre: es más bien un "aperitivo" (aunque serio), con sus 104 km de maravillas geológicas, alucinantes spots de surf y viñedos circulares. En 6 horas y 25 minutos de esfuerzo, y con la euforia de una salida exitosa, nuestros tres ciclistas ponen rumbo a Fuerteventura.

Fuerteventura: el canto de la sirena

Las cosas se ponen serias en esta isla desierta, con una fauna rara y esquiva. La jornada promete: 150 km de recorrido bajo un sol abrasador y casi 2500 m de D+. Arrullados por el sonido de las olas durante los primeros kilómetros, adormecidos por los valses de arena fina y el manto reconfortante del sol, a nuestros tres aventureros les espera un brusco despertar a mitad de camino. Demasiado optimistas, demasiado lentos, los cálculos se confirman a primera hora de la tarde:  aún faltan 4 horas para el último ferry y 90 km... ¡Cunde el pánico! Y el viento, decidido a acabar con toda esperanza, sopla sin tregua de cara a más de 90 km/h. Las piernas de Romain casi no responden. A Mathieu le cuesta compensar sus carencias técnicas. Jiri sufre, pero no tira la toalla. 

3 horas para recorrer 58 km: vuelve la calma, pero sin alejar la tormenta. Aparece entonces un tramo largo, empinado y técnico. Árido, implacable y parecido a un camino de cabras lleno de baches, obliga a los atletas a tocar suelo. El contador habla:  1 hora de esfuerzo para solo 8 cortos kilómetros completados. Hasta los atletas más experimentados sufren en los caminos de gravel. Solo quedan 2 horas para recorrer otros 50 kilómetros, quizá menos técnicos, pero con un viento y un calor de lo más hostiles. Los tres ciclistas hacen piña para seguir adelante... a menos de 5 minutos del final, tras una auténtica contrarreloj, alcanzan el muelle exhaustos, sedientos, pero victoriosos. Entonces llega lo más duro: en medio del océano, en un transbordador bamboleante, el fuerte oleaje les destroza el estómago. Sus cuerpos, agotados, no pueden soportarlo: indispuestos durante toda la travesía, Romain, Mathieu y Jiri se quedan sin fuerzas para Gran Canaria...

Romain Bonhommet

KM 254

Jiri Parizek

KM 254

Mathieu Parent

KM 254

Gran Canaria: bailar con la hostilidad

Evitar los errores del día anterior. Salir pronto. Apuntar con precisión. Permitirse solo un respiro para alimentarse. Romain, Mathieu y Jiri se enfrentan ahora a la isla de Gran Canaria, tan bucólica como despiadada: ¡los 142 km prometen! Todos tienen en mente las 6 de la tarde, hora del último ferry, última oportunidad de acercarse a la meta final. Pero van a tener que enfrentarse al húmedo amanecer que paraliza sus miembros, aún maltrechos por las pocas horas de sueño. Y a este madrugón –nuestros héroes se suben a la bici a las cinco de la mañana–, hay que añadir la altitud, que suele superar los 2000 m. A esas alturas... ¡no hay lugar para el azar!

Hasta la mitad del recorrido, las seis piernas cansadas responden bien. El ritmo es bueno y la moral también cuando el sol del Atlántico vuelve a abrirse paso entre estos majestuosos cañones. Todo va al ritmo adecuado. Hasta que Romain golpea una piedra a gran velocidad. El resultado: un neumático reventado, Jiri muy lejos y una reparación catastrófica. Más de 1 hora perdida y un pinchazo que parece imposible arreglar. El profundo agujero en el neumático deja escapar inevitablemente el aire.  En el puerto, listos para el embarque, contienen la respiración a la espera del veredicto: ¡pierden el ferry a Tenerife por 10 minutos! Pero la providencia a veces presta oídos a los desafortunados. Un entusiasta del ciclismo local ofrece su ayuda para reparar el neumático y justo se anuncia un último ferry para las 20:00. La noche en Tenerife será breve... ¡pero procurará un gran alivio!  

Tenerife: los sonidos de la noche

Se suele decir que la oscuridad hace brillar a los personajes. El gravel sin duda amplifica el fenómeno. Porque afrontar en plena noche y con cansancio extremo una cumbre desconocida forja la mente y construye amistades en las circunstancias más adversas. De camino al volcán, Romain, Jiri y Mathieu unen sus fuerzas para desafiar a la oscuridad, donde cada error cuesta una caída. Deben luchar para mantenerse fuertes, obviar sus cuerpos exhaustos  y superar los límites de la mente. Porque las alucinaciones acechan. Jiri se sume en el letargo, a Romain le cuesta mantener el equilibrio, Mathieu sufre con un brazo cada vez más dolorido... Pero es en esta hostilidad donde el "espíritu del gravel" cobra todo su sentido: en el frío, en la lluvia, en la noche el sufrimiento es un paso obligado hacia la plenitud.

Y en esta etapa el logro tiene nombre propio: El Teide, el monumento natural más emblemático del archipiélago canario y todo un mito ciclista que se eleva por encima de las nubes... ¡a 3715 m de altitud! Es la etapa reina.  Por el trabajo descomunal que supone, por sus temibles desniveles, por sus paisajes sobrecogedores salpicados de milenarias expresiones geológicas. En comparación, las cifras humanas resultan insignificantes: 155 km, 4000 m de desnivel y casi 10 horas sobre el sillín... ¡si bien el esfuerzo es ímprobo! Pese a algunos tramos angostos donde hay que cargar con las Crosshill CF a cuestas, un fallo de la batería del desviador y un pinchazo más... ¡llegan a tiempo al ferry! Con las maravillosas imágenes de Tenerife todavía en las retinas, se acerca ya la etapa final... 

Romain Bonhommet

KM 675

Jiri Parizek

KM 675

Mathieu Parent

KM 675

El Hierro: escuchar la pasión

El Hierro es una isla que no hay que subestimar. A lo lejos, el primer contacto visual resulta extraño, casi aterrador. La tormenta retumba a lo largo de la costa y el puerto, encajado en la ladera de un acantilado, parece el fin del mundo. Sobre el papel, esta isla poco conocida del archipiélago está destinada a seguir siéndolo: apenas 11 000 habitantes, carreteras desiertas y pocos turistas, aparte de los más atrevidos, los ciclistas que participan en la Gran Guanche. Sin embargo, enseguida destaca por la diversidad de sus paisajes, que oscilan entre la selva sudamericana, las praderas escocesas, los valles volcánicos y las cumbres áridas. Una isla, múltiples viajes: El Hierro impresiona. Y también es un terreno difícil. Con más de 4 000 m de D+ en solo 124 km, y en cuerpos ya cocidos, tiene con diferencia la relación D+/km más favorable. O desfavorable, según el caso.

Pero para la Crosshill CF y sus atletas, es como la guinda de un viaje que está a punto de concluir. Al atardecer de la etapa, ningún silbido del transbordador hará que el equipo se apresure: todos pueden respirar aliviados y deleitarse con las últimas vistas impresionantes. De postre, un último desafío para animar la llegada: antes de la llegada final al puerto, se improvisa una carrera entre los tres atletas. En la última subida del recorrido, ¿quién coronará primero la cima?

Resultado

  1. Mathieu

  2. Jiri

  3. Romain

Épico.

Crosshill CF

Lo sentimos, no se han encontrado productos.

Comparación de bicicletas (0)

Seleccione otra bicicleta para hacer la comparación. Puede comparar hasta 3 bicicletas.
Comparar bicicletas